Me han criado entre los cadáveres de quince minutos
para gritar y aturdir con un aullido ya perdido piso todos los enfrentamientos para evitarlos y a toda costa ocultarlos de otros oídos Debo guardar el secreto de lo ya dicho y obvio la verdad cruda de ser sillas vacías y cuerpos fríos soy la máscara que nadie ha pedido ponerse ante el fuego que arde dentro pero que solo afuera es estallido mi sangre seca ignoro ante los diálogos cercados del día a día de corazones plásticos que imagino de un polímero nuboso y subo entre palabras que dicen tantos pero que nadie pide y alboroto los avisperos de abejas ya aturdidas muertas en la casa que no tienen, porque es miel del que las vive. Toda arma es arma sin importar el calibre y esta invisible con la que apunto a las palabras mata diciéndote que duermes ahoga diciéndote que respiras. Soy el satán sin nombre apropiado para desatar el caos de la métrica Soy el llanto que nadie más ve la pared a la que le hablan Soy el fuego muerto de las voces que nunca han dicho nada. Hoy mi casa huele a azufre
Es un primer piso que sufre de indigestión ya el tiempo tuerce sus pinturas y su anhelo hiede a aguas negras me abrazan los metros cuadrados diciendo por los viejos tiempos recuerdas cuando como aquella vez rompo mis fosas nasales y no en llanto porque ha sido esta casa la culpable de enseñarle al cuerpo que habito a acaparar todo en un solo espacio donde ineludible reine la humedad las únicas ventanas de esta casa son sus espejos el moho no está en ellos sino en el reflejo que traza esta casa de mí Ahora tienes voz
pero yo te vi alardear tu silencio íntimo tu desinterés por los puños arriba tu opinión sobre las perras tu indignación plástica tus muecas anglosajonas Ahora tienes voz pero tu calidez todavía es muda. Ahora tienes voz hablas desde un fuego pirotécnico y trazas sobre caminos recorridos saltas al precipicio solo porque es precipicio sin saber que los extras no son actores pero sirven que los trazos aportan al ruido pero no son melodía. Grita igual de fuerte cuando descubras que la no indiferencia no cura tu hipocresía. Grita igual de fuerte cuando tu reflejo siga sin abrazarte cuando tu baba siga hablando más que tu boca cuando alces tus manos y aún no sepas si lo haces porque defiendes tus palabras o porque te rindes. |
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Octubre 2020
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